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20090903

Problemática de la coincidencia III

Me descubro (tarde) siguiendo una estrella polar que no es, que invierte a su antojo los polos de mi ser, a veces sin querer, a veces haciéndome estrellar en una ruta tan alterna que no es posible seguir. Mientras observo mi brújula, has llegado a tu destino hace ya tiempo, y yo me quedo maldiciendo inconveniencias de una mala sincronización. Navego a través de oleadas de incertidumbre, sin cordura; soy capitán y esclavo de mis propias decisiones. De mis propias incoherencias, conclusiones al acecho de una mente ingrata y susceptible, como el mismo mar de identidades que he tenido que sortear y que al final responde a un solo nombre. O tal vez creo que en ocasiones llego a islas desiertas y seguras, que tan sólo condescienden con mi forma de viajar.

Será que sólo pienso en tus
ojos como una expresión del color del universo, o una extensión de un portal hacia otro mundo persuasivo y paralelo. Puede ser que me he sentido absurdamente afortunado por contar con tu presencia, tan fugaz como frecuente tu ausencia. Incluso es posible que halle cierto extraño placer en tu silencio suspicaz. La coincidencia se vuelve un problema cuando es alimentada por respuestas ambiguas, por suposiciones yuxtapuestas con minutos transcurridos bajo polvo cósmico y las nubes de testigos.

El problema de esa sonrisa es el estado que provoca, de vulnerable, obsesivo y fatídico embeleso, la gravedad intransigente que convierte al corazón en estadística más de tus recuerdos. Como si contaras las hojas secas bajo tus pies, con el desdén oculto y típico de quien se sabe poseedora de mis momentos de luz e inspiración. El problema de una mirada, de una palabra, es que le quita toda facultad a mis intentos por hacer del olvido un modo de vida. Lo inquebrantable de mi espíritu adquiere entonces cualidad de ficticio.

El problema de la coincidencia es la combinación de ojos y café. De música en clave que no deja de sonar a sueños entre calles y paseos entre la luna con la estela de tu voz. El problema de coincidir es querer alinear tus minutos con mis días, tus días con mis semanas, en búsqueda tan sólo de una memoria contigo que transforme este mundo y le conceda explicación. El problema de la coincidencia... es que al mismo tiempo existe, y no.


20090726

Pánico escénico

Escribí esto hace unos 2 años. Me recuerda que este asunto de la vida es una espiral.

Olvidó sonreír. Olvidó cómo era dejarse llevar por el momento. Dejarse arrastrar por la corriente y abandonar todo indicio de razón. Inesperadamente se sintió sin valor. Con el corazón oprimido por la fuerza de su mente; sí, una de esas ideas que se instalan en el subconsciente y no dejan actuar aunque se quiera. Aunque se haya estado deseando. Como un pánico escénico que obliga a pensar en lugar de animarnos simplemente a improvisar. Improvisar. Dejarse llevar. Nadar con la corriente. Todo parece un tren de palabras con algunos puntos suspensivos como polizontes. Sin destino fijo, las vías guiándolo sin más hacia la desesperación de lo desconocido. O mejor dicho, de lo desacostumbrado. De lo olvidado.

Otra vez el olvido. Otra vez el vacío. Otra vez el arte esquivo de la realidad. Y maldice el miedo, porque con él sus ganas resultan extras prescindibles en una obra de la que se ha vuelto director obsesionado con la perfección. Con la banda sonora de lo que ahora se ha convertido en una película. Con los ángulos, con la composición, con el guión. Con las palabras de una novela que no sabe cómo escribir. Lo peor del asunto es que todo está en su mente, y lo sabe. Y ya no ve el vaso medio lleno. Ni siquiera sabe qué es lo que tiene dentro… y ha perdido la mirada tratando de averiguarlo.

I want so badly to believe
that there is truth,

that love is real;
and I want life in every word,
to the extent that it's absurd.

- The Postal Service






20090717

Desde el espejo

Desde el espejo todo parece más fácil. Puede ser que por eso me asuste a veces la silueta del otro lado. Sobre todo durante un apagón. Bañada en penumbras, la figura que observo frente a mí me resulta tan misteriosa y desconocida, que parece no ser yo, sino otra versión de mí. Una más oscura, más egoísta, tal vez. Como si todo aquello que oculto al mundo exterior quedara de pronto expuesto, sin protección alguna ni para mí, ni para quienes me rodean. Como un alma desnuda que, para no morir de frío o desesperación, decide alimentarse de los miedos o inseguridades de los demás. Incluso de sus recuerdos, manjares devorados ávidamente para poder poseer más historias de las que se puede imaginar.

No obstante, el reflejo es siempre objetivo. Puede ser más bien que yo no lo sea tanto. Puede ser que el miedo a la oscuridad, aparentemente superado a temprana edad por la mayoría de las personas, en
realidad se convierta en un temor latente en nuestra mente y nuestra memoria. Un temor al mundo detrás del espejo. Un temor a esa versión desconocida de cada uno de nosotros mismos.


Aún con todo esto, creo que lo verdaderamente difícil de devolverle (y sostenerle) la mirada al "yo" alternativo es no discernir en sus ojos la diferencia entre la luz natural o ambiental, y la que debería emanar de ellos. O sea, que los colores en las pupilas comienzan lentamente, poco a poco, a convertirse en sombras grises que se funden con el escenario. Y entonces el rostro se transforma gradualmente en una especie de máscara de yeso, sin expresión alguna que pueda ser sujeto de identidad. Sin embargo, sabemos que ésta está ahí, en algún lugar recóndito de nuestro ser, o quizá sólo está escondida tras el marco del espejo. Aunque tal vez la persona ideal, ese "yo" perfecto (o imperfecto) que queremos ser, prefiere permanecer oculta a nuestra propia mirada. ¿Quién sabe? Puede ser que haya una remota cantidad de universos entrelazados entre sí, de los cuales sólo percibimos uno de tantos posibles reflejos, como mirarnos en el agua y no poder distinguir con claridad el fondo. Puede ser que el punto de conexión entre esos mundos, entre esas identidades, sea precisamente el plano copiado de nuestro entorno, con nuestra imagen impresa, que decidimos colgar sobre un muro cualquiera.

Tal vez sólo basta reunir el coraje necesario para atravesar ese plano. Tal vez se pueda explorar cuanto queramos, conocer y convivir con todas nuestras versiones, las del pasado, presente, y los posibles futuros. Tal vez todo sea más fácil del otro lado del espejo.

Who is the man I see
where I'm supposed to be?

- Keane




20090608

Crónica de una paranoia anunciada

Hace unas horas, llamaron a mi casa de parte de una compañía de tv por cable. Me preguntaron a qué hora podían pasar los técnicos para la instalación del servicio. Ah, caray! no sabía que habíamos contratado cable! Le dije a la otra voz en el teléfono que llamara más tarde para confirmarle la hora. Siguiente escena, preguntándole a mis papás ¿qué diablos? Y sí, efectivamente, al parecer es parte de una promoción de telmex que mis padres aceptaron y que, por supuesto, me hicieron saber en algún momento de la semana pasada.

En fin, un rato después, llegaron los dichosos técnicos, y me tocó atenderlos. Lo primero que uno hace es checar el id del monito que vas a dejar entrar a tu casa no? no vaya a ser... Y aunque no se puede saber a simple vista, aparentemente eran personas honestas que simplemente venían a hacer su trabajo. Y sí, lo hicieron y se fueron (aunque no muy rápidamente, por cierto). Obviamente, quité lo poco o casi nada de valor que tenemos a la vista, me daba mis vueltas a la sala para checarlos, vaya, que supieran que ahí estaba yo, no?

Y bueno, a qué voy con todo esto? Pues no puedo dejar de preguntarme cómo es que pudo haber existido tanta paranoia en mí desde el momento en que esos dos extraños entraron a mi casa. Es válido, sí, sobre todo considerando que a mucha gente en este país le pasan ese tipo de cosas que no quiero mencionar y que ya te imaginaste. Pero también es triste. Es como suponer que los albañiles, o los plomeros, o los pintores, o para el caso, cualquier trabajador con un oficio que requiera entrar a una casa ajena, son, precisamente, amantes de lo ajeno. Como si no fuera suficientemente mala la situación laboral en la que viven. Y no es que los defienda, es más, sí me ha tocado conocer gente que alimenta estos estereotipos. Pero aún así, es casi como discriminación involuntaria no? Es como si al ver un tipo gordo, chaparro, bigotón, sucio de polvo/pintura/mezcla, automática e inconscientemente pensamos en una clase más de delincuente. "Pero claro, no lo ves? es tan evidente!" El problema es que no debería serlo.

Ah, y si alguna vez se preguntan cómo afectan nuestras decisiones, piensa en mí, que estoy escribiendo esto, porque mi mamá decidió aceptar la mentada promoción de cable, yo decidí archivarlo en algún lugar de mi mente que provocó que me freakeara un poco, la encargada del servicio decidió mandar hoy en la tarde a los técnicos, y por último, pero no menos importante, el encargado del departamento de operaciones de Luz y Fuerza decidió que hoy era un buen día para dar mantenimiento a los transformadores de la calle donde trabajo, por lo cual tuve que trabajar hoy desde mi casa, y enfrentarme así a estas cuestiones de la vida cotidiana.

.... creo que encontré una razón más para amar los videojuegos, pero de eso hablaré luego. Por ahora, creo que voy a dedicarle un poco de tiempo a mi "hijo". Pobre... está ahí solito, nadie lo pela... pero no más!, no seré un padre desnaturalizado!!! XBOX, aquí voy!


"I wanna leave, but the world won't let me go." - Metric

20090601

¿Soy.... o me parezco... o era?

Pocas cosas resultan tan deprimentes como los lunes. Más aún por la mañana. Bueno, probablemente los domingos por la noche se acercan bastante... Esa sensación de que el día que tuvimos para nosotros se nos va lentamente. Creo que el problema radica principalmente en regresar a la realidad de cada uno. Obviamente, si dicha realidad se acerca más a lo que cada uno desea, entonces el objetivo de este post está mal dirigido. Pero olvidemos esto por un instante y demos por hecho que el despertar del lunes es para todos una circunstancia muy poco motivante. Y es que, además de regresar a la rutina, uno se convierte de nuevo en uno más. Me explico: Tengo la teoría de que los fines de semana son tan refrescantes porque son los días en los que tenemos prácticamente todo el tiempo para ser nosotros mismos. Sea, para parecernos a quien queremos ser (según El Libro Negro, de Orhan Pamuk). Porque ser "uno mismo" implica más bien llevar la vida a la que uno aspira, general e inevitablemente influenciada por todo lo que hemos visto y/o vivido a partir de otras vidas de las que somos testigos.

Ser nosotros mismos es extremadamente difícil sin tener un tema de conversación. O sea que si yo llego con alguien que no conozco, al no saber sus intereses, gustos, etc. , es decir, al no tener una referencia a cualquier cosa ya existente que contribuya a definir su vida, posiblemente me acerco a ser "yo mismo" frente a esa persona, y viceversa. Y he ahí el origen de los silencios incómodos. Lo que trato de decir es que el ser "yo mismo" de una forma totalmente pura implica olvidarnos de todo aquello que puede representar una influencia sobre nuestro modo de pensar o de actuar. O sea que... por "nosotros mismos", ¿en realidad estamos siendo un conjunto de imágenes, sonidos, sabores, olores, etc. que nos definen?

Bueno, entonces quizás lo más cercano a ser "uno mismo" es optar por el aislamiento total. Como ermitaño. Tal vez la frase "¡me quiero volver chango!" cobre un nuevo y más profundo significado... ser uno con la naturaleza, regresar a lo básico, ya saben. Estaría buenísimo apreciar la naturaleza desde una nueva perspectiva, ¿no? Pero entonces, si te vuelves uno con la naturaleza, ya no eres sólo tú, eres tú como un ente sumado a otro, y por lo tanto, dejas instantáneamente de ser tú mismo. Mmm... creo que empiezo a entender porqué los que se aíslan terminan volviéndose locos. Porque, sinceramente, eso de correr desnudos y hablar con los animales no acabo de explicármelo.

En fin, quizá la solución a este dilema existencial consista, paradójicamente, en no pensar. Sí, simplemente desconectarnos de todo. Tal vez podríamos dejar la mente en blanco, hasta que seamos tan extraños para nosotros mismos como para los demás. Tal como ocurre los lunes por la mañana.

People are strange when you are a stranger. - Jim Morrison