20100120

El Cometa (capítulo 2)

Ellos no lo entienden. A veces, ni siquiera yo mismo lo hago. Sólo sé que es una fuerza más poderosa que mi voluntad. Siempre he pensado que todo tiene una explicación perfectamente lógica y coherente. Que todo tiene una causa de ser, cada evento tiene un motivo por el cual sucede. La suerte no es otra cosa sino un conjunto de casualidades en conspiración con una sucesión de momentos adecuados. Aún así, toda mi vida he deseado comprender el universo desde un punto de vista más allá de lo puramente racional. Como si fuera un ser vivo, un ente compuesto por miles de millones de existencias azarosas que se conjugan en un perfecto sistema interdependiente. Pero… el azar, no existe, ¿cierto? Por esta razón me convertí en científico. Para tratar de explicar lo inexplicable. Y a causa de este utópico objetivo es que permanezco absorto en pensamientos que podrían parecer sacados de un cuento de hadas.

Hasta cierto punto, comprendo la reacción del Dr. Grund. Tenemos una forma muy parecida de ver el mundo, y quizá es esto lo que provoca nuestras acaloradas discusiones. Si tuviera que describirlo en términos estadísticos, diría que es 99% razón y 1% escepticismo. Tendría que decir también que ese punto porcentual que él posee de incredulidad, yo lo tengo de fe. De emoción. De ilusión. No sé qué palabra emplear, a fin de cuentas es algo muy similar a la ausencia de lógica. A la locura. Mis problemas comienzan cuando ese porcentaje varía en mayor o menor medida. Hasta hace unos años, no tenía idea de qué podría provocar un cambio tan significativo, desde una unidad hasta dos partes iguales de mi yo. Y creo haber encontrado el motivo. O mejor dicho, creo que siempre lo he sabido, pero estaba reacio a admitirlo.

-No me mire así, Dr. Glück. Usted y yo sabemos que a veces los datos no son suficientes, por más fríos o tajantes que parezcan. Como bien ha dicho, puede existir una ínfima posibilidad, un atisbo de fortuna en esta misión.

-Pero es que aún no me puedo explicar su obsesión con ese cometa. Es solamente un cuerpo celeste, nada más. No le encuentro nada de extraordinario.

-No. No es obsesión, ni capricho de científico loco, créame. Hasta ahora me había reservado los resultados de mis estudios al respecto durante estos últimos años. Es decir, además de lo ya expresado por el doctor Grund. Sí, es cierto que el cometa se encuentra en una órbita por demás lejana y, por ende, impredecible. También lo es la escasa probabilidad de un posible acercamiento a nuestra galaxia. Pero debe entender que no es un cometa más. Es único. ¿O acaso no se ha dado cuenta de que simplemente con el hecho de hablar de él, el clima parece cambiar para favorecer nuestras cosechas? ¿Qué con sólo fotografiarlo con nuestro telescopio a años luz, las mareas enloquecen terriblemente, matando cualquier tipo de esperanza para nuestros navegantes?

-No lo entiendo, Herz, no hace más que contradecirse. Alaba la poco probable cercanía de este fenómeno pero, a la vez, le atribuye condiciones de desgracia para nuestra causa.

-Ése es precisamente mi punto. La particularidad de este cometa radica en los efectos tan contradictorios de su estela sobre nuestro planeta. Recuerde la última vez que se alineó con nuestra órbita. Nuestro cielo nunca más podrá compararse con esa paleta de colores increíblemente armónica, en la que nuestros escritores y poetas hallaron una fuente inagotable de inspiración para novelas y versos memorables; lo mismo les daba escribir sobre duraznos que sobre esperanzas efímeras. Esperanzas lastimeras de que algún día volverá a cruzarse por aquí, y que le han dado incluso calidad de leyenda. Pero es una leyenda que vale la pena creer. No sólo eso: es una leyenda que me ha recordado mis motivos para mirar el firmamento. Para ser astrónomo.

-Entonces, resumiendo: usted está dispuesto a arriesgar no solamente su admirable reputación dentro de la comunidad científica, sino también su cordura, por un cometa del cual la gente común ni siquiera reconoce o valora su existencia, por maravillosa que ésta sea. Y supongo que ha pensado también en las consecuencias de esta descabellada expedición…

-Así es. Es por esto que no pretendo tener acompañantes para la misión. No quiero involucrarlos ni a usted ni a nuestros colegas en una empresa que pudiera resultar extremadamente peligrosa. Estoy decidido a explorar la ruta de ese cometa. Deseo más que nada alcanzarlo e incluso, de ser posible, cambiar su trayectoria. Puede ser que sea cuestión de gravedad, aunque me rehúso a creerlo, deben haber muchos más factores interviniendo. He de confesarle que este asunto me provoca un entumecimiento involuntario. He pasado semanas en las que el cometa se aparece en mis sueños ininterrumpidamente y sin razón aparente. Y no hago más que despertar para no dejar que otra cosa se apodere de mi mente (no vaya a ser que el recuerdo se me borre sin querer, a fuerza de rutina diaria). Si he de perderme indefinidamente en el espacio, lo haré, pero no cesaré en mis intentos.

-Dr. Herz, veo que está convencido de llevar a cabo esta locura (no encuentro otra palabra para nombrarla). Sé que nuestros esfuerzos por disuadirlo serán inútiles, así que no me queda sino desear que ese 1% de suerte aumente a su favor. Sin embargo, estoy seguro de una cosa: a pesar de sus explicaciones, sencillamente no lo entiendo.

-No se preocupe, la verdad no espero que lo haga.

Ellos no lo entienden. A veces, ni siquiera yo mismo lo hago. Y tal vez nunca lo haré.

But if stars, shouldn't shine

By the very first time

Then dear it's fine, so fine by me

'Cos we can give it time

So much time with me

-The xx

20100106

El Cometa (capítulo 1)


En un planeta no tan lejano, existe una civilización pacífica, cuyos avances tecnológicos son principalmente dirigidos al desarrollo de la cultura y las artes entre sus habitantes, dado que, debido a su excelente organización y abundantes recursos, no se ven en la necesidad de dedicar mayores esfuerzos de investigación a otras actividades como la agricultura o la salud, y ni qué hablar de la guerra: es una palabra que no conocen.

Dentro de un famoso laboratorio, conocido por sus proyectos y prácticas poco ortodoxas (aún teniendo en cuenta el enfoque científico tan poco común de su gente), cuatro hombres de ciencia discuten sobre un curioso fenómeno espacial. Dicho fenómeno ha sido observado por el doctor Herz; de todos, el más susceptible a ser impresionado, tanto por las características, como por las circunstancias que rodean al evento en cuestión. Y es que, más que tratarse simplemente de un evento o fenómeno aislado, él considera este “descubrimiento” como una fuerza tan poderosa como la gravedad misma: indudablemente de efectos similares, aunque en ocasiones volátil e impredecible. Incluso peligrosa.

-Quizá quien más escéptico se muestra es el doctor Grund.- explica el Dr. Herz, - y no sin fundamentos. Es especialista en reunir datos de cualquier índole, por más insignificantes que parezcan. Es precisamente la información que ha reunido en el pasado reciente lo que lo lleva a afirmar que el cometa L-457545 se encuentra bastante lejos de nuestro planeta, y que nunca volverá a pasar.

-Así es, por lo menos no en un futuro cercano.- continúa Grund.- Desde mi punto de vista, no alcanzo a entender la razón de su entusiasmo, ni de su persistencia, Dr. Herz. No me malinterprete, no es que desee algún fracaso anticipadamente, pero los números no mienten. Yo opino, sinceramente, que está enfocando sus esfuerzos (inútilmente, debo añadir) en una misión que puede perjudicarle a largo plazo. ¿Qué opina, Dr. Glück?

-Estoy de acuerdo con usted, pero no totalmente. Es cierto que la información obtenida hasta ahora es muy poco alentadora. No obstante, tengo la convicción de no abandonar el proyecto todavía, al menos mientras haya un 1% de probabilidades de éxito. Y en esto último coincido con Herz. Incluso me atrevería a decir que ese pequeñísimo porcentaje de… digamos, suerte, es justamente parte de su motivación.

-Sí, admito que hay algo de eso. Aún así, no es la única razón. He decidido emprender…

-¡Basta! ¿Acaso está consciente de sus palabras, Herz? – La voz que irrumpe es la del doctor Schicksal, renombrado astrónomo, envuelto constantemente en polémicas debido a su creencia, no tan popular, de que la ciencia no se basa en un método, sino en aquello que un Ente universal y atemporal nos permite descubrir. - Por favor, ¡sólo escuche lo que está diciendo! Sus intenciones son imposibles de llevar a cabo, así de simple.

-¿Me permite terminar?

-Está bien, continúe, pero no veo adónde nos llevará todo esto…

-Gracias. El Dr. Schicksal ya está enterado de mi plan. Le cuesta trabajo admitirlo, pero sé que, en el fondo, cuento con su apoyo. Pretendo darle un giro radical a nuestra investigación.

-¿Cuál es su plan, Dr. Herz? – pregunta Glück, temiendo una de las típicas respuestas descabelladas por parte del expositor.

-Quiero… seguir al cometa.

En el laboratorio se ha hecho presente un silencio absoluto. Un silencio como de noche en el desierto. Como de casa abandonada. Como de luna inexplorada. El Dr. Grund ha lanzado una maldición y salido de la sala, mientras que Glück simplemente se ha quedado mirando fijamente a Herz, tratando de encontrar una explicación lógica. Por su parte, Schicksal sabe que no la hay, por lo que solamente atina a mover la cabeza de un lado a otro, como lamentando que razón y suerte aparentemente no tienen cabida en este destino en particular.

How I wish you could see the potential
the potential in you and me.
It's like a book elegantly bound
but in a language that you can't speak.

-Death Cab For Cutie