Me gustan las tardes lluviosas por dos razones. Una de ellas es ver llover desde mi ventana. Seguramente pensarás "¿y eso qué tiene de entretenido?". La verdad es que no tengo una respuesta clara para eso. Tal vez me entretengo con cosas muy simples. Tal vez lo hago porque lo sencillo resulta una especie de alimento para mí, que tengo tendencia a complicar todo. La única certeza con que cuento es el olor a tierra mojada. Creo que es una de las cosas más agradables del mundo. Le da un sentido de renovación a todo lo que observo debajo del agua cayendo. Ya sea un jardín, una banqueta, otra ventana... sea lo que sea, es como si la atmósfera se lavara, como si de pronto todo se detuviera y sólo se está ahí, mirando las gotas fundiéndose con el entorno, o chocando con él. Como si algo o alguien hablara y sólo observando la lluvia, escuchándola caer, pudiéramos reunir claves para descifrar un mensaje que, por supuesto, siempre es diferente.
La otra razón es tal vez un poco menos común. Hace poco pude hacerlo, y recordé cuánto me gustaba. Caminar bajo la lluvia puede tener un efecto un tanto terapéutico. Obviamente, hablo de una lluvia moderada, no de una tormenta, no me gusta para nada la idea de una pulmonía, gracias. Bajo el agua golpeando mi cabeza, las ideas fluyen un poco más lentamente, hasta convertirse en frases aisladas; incluso dan ganas de quedarse de pie en un lugar, y solamente sentir el aire alrededor. O no sentir nada. Ser testigo de la luz filtrándose entre prismas que gravitan un momento y se deshacen en el suelo. Ser parte de un fenómeno más allá de mí mismo, poco menos que perfecto (para serlo sólo me faltaría el tacto de tu mano). No sé, quizá ya estoy en el proceso de terminar de volverme loco, sólo me gustan estas cosas que de repente, y por extraño que parezca, resultan de ceder a un impulso ocioso y latente.
La otra razón es tal vez un poco menos común. Hace poco pude hacerlo, y recordé cuánto me gustaba. Caminar bajo la lluvia puede tener un efecto un tanto terapéutico. Obviamente, hablo de una lluvia moderada, no de una tormenta, no me gusta para nada la idea de una pulmonía, gracias. Bajo el agua golpeando mi cabeza, las ideas fluyen un poco más lentamente, hasta convertirse en frases aisladas; incluso dan ganas de quedarse de pie en un lugar, y solamente sentir el aire alrededor. O no sentir nada. Ser testigo de la luz filtrándose entre prismas que gravitan un momento y se deshacen en el suelo. Ser parte de un fenómeno más allá de mí mismo, poco menos que perfecto (para serlo sólo me faltaría el tacto de tu mano). No sé, quizá ya estoy en el proceso de terminar de volverme loco, sólo me gustan estas cosas que de repente, y por extraño que parezca, resultan de ceder a un impulso ocioso y latente.
I wanna hold your hand.
- The Beatles
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