20100427

El hubiera

Y bueno... seguramente las 5 personas que leen esto ya se dieron cuenta que la historia del cometa está en stand by. Evidentemente, padezco de writer's block (as usual), pero también carezco de motivos para continuarla. No es que no sepa cómo hacerlo. Más bien, es que no encuentro una razón de fuerza para pensar que vale la pena. En fin, mientras eso se decide, aquí les dejo mi pequeña e improvisada teoría sobre el hubiera, que mencioné en otro post. Ya tiene un par de años que la escribí. Sobra decir que en ese momento acababa de leer "Rayuela" (léanlo), y además me sentía un poco como pieza de rompecabezas dentro de una caja de objetos perdidos. Ya saben, de ésas que te encuentras y piensas "esto ¿qué?". He aquí el resultado. Siéntanse libres de comentar lo que quieran, ya sea sobre esto o sobre el cometa.

Al borde de la otredad: ese estado en el que el hombre se descubre solo en el mundo, provocando así la búsqueda por su individualidad y, según Cortázar, hace un salto hacia sí mismo, de una forma tan violenta que termina cayendo en brazos de otra persona. Es así, al filo de una locura involuntariamente adquirida (¿o voluntariamente?) que me pregunto sobre la existencia de un pasado alternativo, condicionado al significado de una palabra: hubiera.

El hubiera existe. No hay duda de ello. Es un vacío que te carcome por dentro, que devora tus entrañas y se da un festín con tus pensamientos. El hubiera es un estado de conciencia que puede ir ligado ya sea al arrepentimiento o al anhelo (casi siempre es lo primero). Es lo que te hace perseguir tu sombra en la mañana y olvidarte de ella en la tarde, vacilando entre lo hecho y lo deshecho. Entre límites vagamente definidos, escalando cordilleras de razón, cuidando de no caer en abismos de moral que puedan volverte loco. Es darle condición de privilegio a la duda, tren de pensamientos que amenaza con matar a aquel que ha osado entrometerse en su camino. El hubiera es una guerra entre polos mentales. De tal modo que sí: es un mal necesario.

Si el hubiera no fuera, habría un detonante menos para la otredad. Menos razones para preguntar. Menos conflictos, eso sí, pero también menos aprendizaje. Menos indagaciones dentro del laberinto de la personalidad. Si el hubiera no fuera, probablemente muchos dejarían de conocerse un poco a sí mismos, y pretenderían conocerse a través de otras personas, como refugiándose de sus propios seres. Si el hubiera no fuera, yo no me habría atrevido a querer transgredir tus límites, ni a desear que tú lo hicieras con los míos.




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