20091112

Seis líneas

Hace poco tuve un sueño muy extraño y muy corto pero, sobre todo, muy triste. En él, perdía a todos mis amigos de golpe. Sin previo aviso y de una forma horrible, que me abstendré de relatar. El punto es que me desperté queriendo decirles a todos lo que muy pocas veces digo (por no decir que nunca). Si estás leyendo esto, amig@, debes saber que te quiero y que de alguna forma has influido en mi persona. En otro post me preguntaba de qué modo habrían repercutido mis acciones y mis palabras en la gente que me rodea. Lo cierto es que nunca me he detenido a hacer lo contrario. Es decir, sí reconozco, por lo menos de forma general, en qué aspectos de mi vida, incluso de mi personalidad, existe un poco de aquellas personas cercanas a mí, y que por algo llamo familia y amigos. Pero nunca me molesto en decirles cuánto significan para mí. Claro que trato de demostrarlo, pero eso no siempre resulta como quisiera. Nada tan claro como esas dos palabritas tan simples que no a todos nos es tan fácil pronunciar. Suena trillado sí, suena a e-mail de cadena con animalitos ridículos o con paisajes y musiquita de fondo, suena cursi. Pero hazte un favor: la próxima vez que sientas que necesitas decirle a alguien que l@ quieres, hazlo. Es más simple de lo que crees, y puedo decirte que es peor cuando el hubiera se hace presente, y entonces los años de ausencia se convierten en pequeñas líneas, en pequeñas marcas que se van grabando en tu alma.

Todo esto me viene a la mente porque el día de hoy, hace seis años, Dios quiso llevarse a un miembro de mi familia. Si quieres saberlo, sí, todavía me entristece recordarlo. No lo demuestro, pero todavía tengo dentro de mí algo de sensibilidad como para no olvidarlo. Me han dicho que tengo mucho de él. Físicamente puedo asegurar que sí; he visto fotos. Seguramente de todo lo demás también, puesto que no sólo la genética se pasa de generación en generación. Tristemente, en 23 años de conocerlo nunca le dije lo que él era para mí. O tal vez sí, pero probablemente lo hice a tan temprana edad que ya no lo recuerdo. Y lo cierto es que sí admiraba muchas cosas de él. Lo que más, el haber criado a mi padre de forma tal que cuando le tocó a él hacer lo mismo conmigo, supo hacer de mí lo que soy ahora, y seguir queriendo ser como él, porque aún me falta mucho para eso.

En fin, sólo quería escribir esto para decirte que te extraño y me acuerdo mucho de ti, y cuando lo hago sonrío porque sé que estás bien. Donde quiera que estés, solamente quiero que sepas lo que callé por cualquier razón que ahora, mirando hacia atrás, carece de importancia.

Te quiero, abuelito.




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